ME fui a leer las cartas con César, un experto en el asunto. Lo hice, como siempre que caigo en la tentación, con desconfianza e incredulidad. Esperaba que dijera lo de siempre: hombre blanco te apoya, mujer mestiza te tiene envidia, el futuro se ve prometedor, cuidado con las caídas... Situaciones comúnes.
Sin embargo, César fue una sorpresa. Me desnudó prácticamente. Dijo todo de mí, como si fuera un viejo amigo, lector de mis blogs o mi espía. No diré a partir de esta experiencia que creo en todos los esotéricos que hay en el planeta. Creo que César es un caso especial, y no lo endioso, simplemente pretendo volver.
La lectura del tarot que me hizo, más que predecirme el futuro, me ayudó a evaluar al presente, a darme cuenta de todo el tiempo que perdía en mi pasado, cuando el pasado es solo eso: pasado. Me dijeron que uno es su Presente y su Futuro. El pasado ya no es, ya no existe. Pero todos sabemos aquí lo que marca el PASADO, lo que duele, lo que jode, lo que nubla cada día. Sin embargo, debo admitir que comienzo a ver mi pasado como una buena herramienta para escribir, escribir es mi pasión y, por suerte, también es mi profesión. Me aprovecharé del Pasado, pero no sufriré con el Pasado. Al contrario, debo agradecer que salí de allí, que ya no me lastima ni me tortura. Es cierto, que llegan horas de nostalgia, pero cuando esa nostalgia es menos caótica y no te deprimes, descubres que no hay nada que se interponga hoy en tu presente y tu futuro.
Gracias a César tomé conciencia de lo poco que me importaba ya mi pasado, y de como vivía de él para producir historias, para hacer catarsis y pisar tierra.
César me dijo que era insoportable, pero que sabía amar. Y que mi pareja me amaba, y pensaba todo el día en mi, lo cual ya sabía, pero siempre es bueno que te lo repitan. Me recomendó tolerancia, pero no siempre se puede ser tolerante. Lo intento, y cuando lo intento mi pareja dice que estoy rara. No sé si le gusta mi carácter de leon enjaulado, pero sea como sea, entiendo que nadie me puede tener tanta paciencia como ella, así que intento tolerar lo que me jode de ella, lo cual no es fácil y acabo de perder la paciencia, pero al mismo tiempo le he dicho "ya amor", como para apagar las llamas de la indignación por haber desaparecido la música que recién bajé de Ares.
Y es que en verdad no es tan terrible. Terrible sería que me deje, por lo que he comenzado a bajar la misma música de Ares con la mejor cara que puedo inventarme a esta hora de la mañana.
Dijo César, tirando las cartas y pidiéndome que escogiera ocho de cualquier lado, que no me mudara. Y yo casi que lo tenía pensado. Y la verdad, me daba penita, porque cada día comienzo a querer más mi pequeño espacio alquilado, aunque paso más tiempo en la casa de mi amada. Me iba a mudar para estar más cerca de ella, pero quizás me quede, porque igual seguiré a su lado y, como dijo César, cuando me vaya de aquí será, al fin, a mi casa propia, una casa bonita, con espacio para mis cuatro gatas.
No soy supersticiosa o quizás sí. No lo sé, en verdad. Y creo que no tiene nada de malo. Quizás no lo sea. Amo los gatos negros, paso debajo de las escaleras y los martes 13 me tienen sin cuidado.
Creo que César no es un esotérico. Es un consejero. Un médico del alma. Perú.21, el diario donde laboro lo entrevistó, y allí César dijo que sus clientes eran como pacientes, con problemas en el alma. Así llegué yo hasta su consultorio, con el alma inquieta, llena de angustias por mi futuro y preocupada por pelear tanto con mi amor. Pero ahora estoy en paz. Y no sé si por César o porque me gustó escuchar que ella me ama cada segundo un poquito más.
1 comentario:
Yo no creo pero tampoco dejo de creer, tengo respeto para todo lo que es esotérico. Lo que es Horoscopo, leer las manos, el tipo de escritura, si creo, es ciencia. Lo demás respeto.
Una sola vez pensé en ir a que me tiren las cartas, me dio tanto miedo el solo pensarlo que NO FUI y creo que NO IRE, no quiero saber donde me dejará la vida en un mes o en unos años. Y aunque odio las sorpresas esas que vienen en papel de regalo y moño; muy dentro mío tengo el papel de regalo guardado.
BEsos.-
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