5 de enero de 2007

Perdiste un amante

A veces se piensa que es posible mantener una relación clandestina. Se cree que a escondidas todo funcionará mejor, que será más intensa, que la emoción te hará cada segundo del día más feliz. Mentira. O, por lo menos, eso me pasó a mi.
La angustia por el amante insatisfecho crece a medida que pasan los días. Estás en blanco, sin saber qué hacer, atada de manos, ideando formas para huir de la cárcel que es tu otra vida, la bonita, la rosa.
Cuando te das cuenta de que es imposible complacer a quien te espera, cuando ya te cansaste de llorar, sabiendo que no te puedes soltar de la cuerda, lo que sigue será igual de doloroso, pero a la larga más práctico: perder a tu amante.
Desde esa noche que lo decidiste, te has prometido no afligirte más, asumir que te dejó y convencerte de que tu egoísmo es tan grande que no permitirías que mientras te espere vea y se refugie en alguien que sí puede darle su tiempo y hasta sus ganas. Decides perderlo, aun sabiendo lo que te costará. Decides al mismo tiempo ser feliz, y convencerte a cada instante que esa persona ya tiene un amor. Ahora es el momento de volver a empezar, ahora sí.
En el fondo sabías que su espera, su sacrificio, su aguante sería diminuto. Ahora te toca aceptar que nunca fue lo que dijo ser.

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