18 de julio de 2007

Siete razones para salir del clóset


1) Para sentirte cien por cien libre.
2) Para que ninguna desgraciada (o) te chantajee.
3) Para que puedas mirar a los ojos a cualquiera sin miedo a que te descubran.
4) Para no ir por las ramas cuando tienes que hablar de amor.
5) Para no inventarte novios o novias de vez en cuando.
6) Para no dar explicaciones por tu prolongada soltería.
7) Para no inventarte viajecitos a Chaclacayo cada vez que te provoque pasar un fin de semana con tu amor.
(La ilustración es de la brillante Sheila Alvarado)

15 de julio de 2007

Siete razones para ser infiel





Querer sentir que no estás tan mal, a pesar del paso de los años (que no perdonan)
Querer probar carne nueva antes de que te aplaste una combi.
Querer escribir un libro sobre tus aventuras sexuales.
Despertar los celos en tu pareja.
Tener algo que contar.
Buscar a la mujer perfecta.
Acumular material para mejores (y más) sueños eróticos.

La invasión de los BI

Te gusta la fresa y el chocolate. No te pones de acuerdo, convencido ya que dos son tus sabores. Ser bisexual es lo más 'in' en estos tiempos. Dicen que disfrutas más y mejor, lejos de los extremos y de los corsé de la homosexualidad y la heterosexualidad. Eres un chico o chica de temporadas. Tienes tu temporada lésbica, tu temporada 'straight' (hetero), tu temporada 'mix' (días gays, días heteros.), tu temporada 'vale todo'.No soporto a los falsos BI. Creo que mi bifobia nació en el Downtown de Miraflores, point de ambiente invadido de chicas y chicos preciosos que se ponen zapatos y sonrisas BI para sentirse estrellas por unas horas. En Asia -Eisha, para los que se alucinan 'in'- nos topamos con gentita BI dispuesta a hacer notar el sello BI. En Lima, la bisexualidad ha comenzado a abandonar su estado invisible. Algunos BI creen que el beso entre Madonna, Britney y Cristina Aguilera marcó un antes y un después. Este podría ser el lado más frívolo del asunto. Es absurdo que las celebridades marquen hasta tu pauta sexual. Sin embargo, no podemos dejar de aceptar que después de un gran destape viene otro y otro. No estás en la pantalla grande, no hay alfombra roja y no tienes la boca de Angelina Jolie, pero te provoca dejar el mundo de las apariencias. Y aquí no cuenta la boba moda del Downtown o de Asia. Aquí cuenta que ya te cansaste de dar explicaciones sobre por qué pasaste dos años con un hombre, pensando hasta en casarte, para luego andar por la vida con una amiga que -de la nada- acabó siendo tu MEJOR AMIGA. Y quién sabe lo que vendrá después, pero te calientas cada vez que un chico guapo cruza tu horizonte visual. Eres bisexual, y qué.


El sociólogo Martin Weinberg explica que una persona es bisexual cuando siente atracción sexual por ambos sexos. En su investigación Atracción dual, Weinberg concluye que buena parte de bisexuales es casada. La típica doble vida. Esta preferencia sexual sigue siendo motivo de estudios e investigaciones. Hay quienes creen que simplemente se trata de una homosexualidad en la que vale todo, hasta el desliz de una temporada 'straight'. Algunos expertos afirman que el hombre bisexual es, en el fondo, un homosexual que se niega a admitir su opción. Las mujeres bisexuales, en cambio, serían heterosexuales que están explorando nuevas fuentes de placer. No hay consenso, pero se advierte que el bisexualismo es un comportamiento más común que el homosexual. Lo menos frecuente en estos tiempos es que alguien sea exclusivamente homosexual. w w wLos bisexuales son uno de los grupos de mayor riesgo en cuanto a Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y Sida. Quizás porque, cuando uno es gay o hetero, su entorno lo sabe y lo tiene clarísimo. El bisexual mantiene esta preferencia en privado. Nadie sabe nada hasta que llega el día de la revelación, el cual -además- puede ser después de varias copas encima. El sexólogo chileno Antonio Salas describe al BI como una persona que no tiene los objetos claros en su cabeza, que busca tapar esta condición y no la reconoce por un tema moral. Hay demasiados prejuicios en torno al mundo BI (www.opcionbi.com). Se dice, por ejemplo, que son infieles por naturaleza. Mentira. Los BI no necesitan un hombre y una mujer al mismo tiempo. Viven etapas con uno y con otro, como tú -heterosexual militante-, que hoy amas a Mary y mañana, a Pilar.w w wPatea con los dos pies. Esa es la frase que se usa cuando uno se refiere a un bisexual. Yo pateo con los dos pies, pero no soy BI. Al parecer, sigo siendo parte de una minoría sexual. Los estudios del maestro Alfred Kinsey refieren que la población parece ser, al menos, ligeramente bisexual. La mayoría tiene cierta atracción hacia ambos sexos, aunque se suele preferir uno de ellos. De acuerdo con Kinsey, entre un 5 y un 10 por ciento de hombres y mujeres en el mundo es completamente heterosexual, y entre un 5 y 10 por ciento, totalmente homosexual. Kinsey llegó a la conclusión de que el resto (entre un 80 y un 90 por ciento) de los hombres y mujeres era BI. Ser bisexual es tan complicado como ser de cualquier bando políticamente incorrecto. La bifobia a la que hago alusión líneas arriba y que -por cierto- es inofensiva (simplemente no me gusta, como no me gusta el chifa. Eso no significa que vaya quemando chifas) alcanza, en el mundo y en la comunidad gay, niveles de intolerancia tan deplorables como la homofobia. Algunos gays y lesbianas los atacan por no definirse. En Boston, en Nueva York y en San Francisco, la lucha entre homosexuales y BI es brutal. "Nos ven como gays sin coraje para admitirlo", cuenta Piero en un foro de Internet, tras afirmar que los bisexuales son exiliados sexuales dentro de las comunidades gays que, supuestamente, pregonan la igualdad y la tolerancia a lo que el cuerpo y el alma quieran. El Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) es, en ese sentido, más abierto y acogedor. En su web se remarca que su lucha es por los derechos civiles y políticos de los y las personas lesbianas, gays, BISEXUALES, travestis y transgéneros. En plena invasión BI, el reto es ser honestamente lo que te dé la gana. Deja las poses BI.

11 de julio de 2007

Este jueves no



Este jueves no

I

Día muerto. Es jueves. El color de Lima por mi ventana solo me entristece más. Le llaman color rata o panza de burro por lo gris, pero yo diría que es el tono lo que entristece: un tono sin brillo, sin luz, opaco. De solo mirar te hundes, te sientes desgraciado, extrañas el verano, añoras lo poco que tenías. Las ilusiones siempre tan frágiles se hacen añicos. (¿Qué haré con mis gatas? ¿Bastará una llamada acaso para que alguien se las lleve y las abrace como yo las abrazaba).
Correré las cortinas y no miraré más por la ventana. Este debe ser el último día de nuestras vidas, mi amor. Espero que no retrocedas, que me sigas, que dejes de inventarte una felicidad que jamás existió. Mátate conmigo. O miénteme, aunque sea en el momento final. Miénteme a última hora. Vomita las pastillas sin que yo me de cuenta. Hazme creer que morirás conmigo, que nos iremos juntas, que no habrá más vida ni para ti ni para mí. Mátate conmigo.

II

-¿Cuándo empezaste a sentir eso que llamas morir de a pocos?–preguntó el psicoanalista, mirando el reloj, como si quisiera escapar de la jaula de los locos. Es un hombre delgado, de ojos saltones, cabello refregado en gel. Los lentes de marco negro le dan cierto aire intelectual. Sus manos se mueven como si tuvieran vida propia y fueran independientes de su cuerpo filoso.
- Cuando descubrí que ella me mentía– respondí, convencida de que yo no era culpable de esta tristeza prolongada y crónica. Me acomodo en la silla, miro el cuello de la camisa del doctor y recuerdo lo mal que ella planchaba mi ropa, y lo bien que planchaba la suya.
-¿Cuándo fue eso?–interrogó–, y de pronto regresé de golpe a mi realidad de canciones arráncame la vida, clávame tus puñales, ya es demasiado tarde princesa, tu amor me hace bien, llama por favor, la copa rota.-Hace diez años o más. Tenía 21 años. Fue amor a primera vista…
-¿Crees en el amor a primera vista– preguntó con evidente ironía. Con sus manos independientes de su cuerpo moviéndose de aquí para allá.
-Creo–, dije, avergonzada.
-¿Y por qué? ¿A ver dime cuál es tu concepto de amor a primera vista?
-Fue como si me hubiera caído de cabeza, como si hubiera estado en coma mucho tiempo… De pronto, despiertas y sientes que el asfalto no es más que una nube planita.
–A ver, dejemos los poemas...–murmuró.
Cuando la vi sentí que ya no tenía que buscar a nadie más. Quería vivir y morir en sus brazos. La amé esa noche, sin siquiera tocarla. Me enamoré sin razón y sin argumentos. De su imagen, de lo que transmitía al caminar, al mirar, al sonreír. Supe que ella sería mi tortura, supe que nada me apartaría de su amor. Me fui a mi casa, convencida que no saldría de mí. Como una bala, como un puñal.
-Y en esos diez años solo estuvo ella en tu vida o tuviste otros amores?
-Tuve muchos amores. Bueno, aventuras, relaciones, ilusiones… Pero ninguna persona causó el impacto que ella causó en mí. Por ninguna mujer he llorado tanto. A nadie he deseado tanto. A nadie he adorado tanto. Fue la luz de mis ojos. A su lado sentía que tenía todo.
-¿Y por qué nunca funcionó?–, preguntó, ahora más interesado.
-Porque nunca me amó. Y lo peor, doc, fue que ni siquiera supo mentirme. Si me hubiera mentido yo no estaría aquí, estaría en mi casa de fantasía, con ella a mi lado, dejándome engreír aunque sea por interés.
-Es su obsesión. ¿Conoce usted la diferencia entre amor y obsesión?
-El amor te debe hacer feliz, porque da confianza, seguridad, paz… La obsesión es una fijación. Te hace infeliz. Te desespera, te mata…
-La obsesión y el amor a veces se parecen…La obsesión se basa en la inseguridad, en un absurdo sentido de pertenencia sobre el ser supuestamente amado. Bueno, por hoy hemos terminado–, dijo.

Es una obsesión, es una obsesión…
Mientras caminaba por la avenida Wilson, escuchando las arengas de las maestros del Sutep me pregunté por qué siempre tenía extremo cuidado al cruzar la pista. ¿Acaso no me quiero matar? ¿Acaso no sería más fácil tirarme contra las combis que tomar pastillas?

III

Mi obsesión tiene rostro, nombre, apellidos, piel, cicatrices. Es una mujer que existe, no es una fantasía. Es casi perfecta. Su único defecto: no me ama. Por eso, hoy, después de tantas noches de insomnio, de tantos días de angustia, debo decidir si matarme, matarla o pedirle que se mate conmigo.
“Ninguna de las anteriores”, dice mi amiga Ana, mientras fuma un cigarrillo mentolado y toma lentamente la cerveza que he puesto en sus manos.
No quiero más diagnósticos. Sé que tengo más de lo que otros tienen para ser feliz, pero –a diferencia de los otros– para mi nada es suficiente si ella no está a mi lado. Extraño su sonrisa, siempre triunfante, como si ganara todas las batallas. Extraño su manera de dormir, su aliento de mañana, su cuerpo tan cerca y siempre tan lejos. Sea como sea, la extraño.
–No quiero más diagnósticos, Ana– imploro. Ana me mira seria, no sabe qué hacer para alegrar mi vida. En unos minutos llegará su pareja al departamento. Entiendo que no podré seguir hablando o murmurando mis cosas. Jenny no tolera mi pesimismo, mis frágiles ganas de vivir, mi obsesión por Alicia, mi dolor. Le basta decir: “Esa es una puta”. Con esa frase da por concluida la conversación. Jenny cuida su estado de ánimo como un gran tesoro. No permite que nada le quite la sensación de estar 100% bien. A veces quisiera ser como ella. Es sagitario igual que yo, nacimos con apenas tres días de diferencia, pero no nos parecemos en nada. Ana ama a Jenny por su alegría infinita, aunque posiblemente falsa. ¿Acaso alguien puede ser feliz las 24 horas del día de los 365 días del año? Pues Jenny dice que ella lo es. No le creo. Pero su falsa alegría se parece tanto a la alegría de verdad que mejor no dudar. No vale la pena malograr sus sueños.
Llega Jenny. Irrumpe en el departamento como un rayo. Su presencia todo lo ilumina. Cierta vez hice el amor con ella, recuerdo sus palabras y su alegría. Yo me sentía tan triste por haber sido infiel a mi amor y a Ana, pero a Jenny nada le lastimaba, ni siquiera haber traicionado a su pareja. Así es Jenny. Podría decir que es la mujer más fría y calculadora del mundo, pero –al mismo tiempo– está llena de detalles que la hacen ver la más tierna del planeta. Esa tarde llegó a mi casa con dos rosas, una para Ana y otra para mí.
Le dio un beso en la boca a Ana, y a mi me abrazó fuertemente, como quien da el pésame. Bueno, en verdad, todos me abrazan como dándome el pésame. Saben que hace mucho estoy de luto. Ana y Jenny se van a bailar. Es ladys night en la discoteca que frecuentan. Me invitan. Yo, por supuesto, no quiero ir. Les ruego que se vayan, es jueves, un día muerto para mí. Fue jueves el día que conocí a Alicia. La conocí en el lugar donde ahora bailarán Ana y Jenny. Les digo que bailarán sobre mi tumba y Ana me mira, como si el corazón se le estuviera rompiendo. Jenny sonríe. “No me molestaría bailar sobre tu tumba”, suelta. Y me desordena el cabello, me acerca a su cuerpo, y me susurra: “No llores hoy”.
Otra vez estoy sola. Mis cuatro gatas duermen acurrucadas. Marco el número de Alicia. Mátate conmigo, le diré. Contesta, contesta, contesta por favor.
-Deje su mensaje, tututu…
La maldigo. Comienzo a llorar. Es jueves. Casi la misma hora de aquel jueves que la conocí. Ella no está aquí. Ni estará más. He tomado una decisión: bailar sobre su tumba.
-A San Borja, señor. Aviación y Las Artes.

IV

¿Qué es ser lesbiana en el Perú? Voy a dar un manifiesto, me sacaré la máscara y diré lo que pienso. Jenny, Ana y dos chicas más se animan a escucharme. Comienzo:
Al común de la gente le gusta el chocolate. Yo lo detesto. No hay más debate. Simplemente no me gusta el chocolate. Soy lesbiana, me gustan las mujeres. ¿Con quién tengo que debatir lo que busca y ansía mi cuerpo? Ni mis padres ni mis hermanos tienen derecho a juzgarme. Y menos mis vecinos, conocidos o circunstanciales transeúntes. Yo acepto que mi mamá detesta a los gatos, porque ella no podría aceptar que detesto los penes de carne (los pene vibradores, bienvenidos). Yo acepto mil cosas de los demás, porque ellos no podrían aceptar mis preferencias.
Ser lesbiana no es nada del otro mundo. La obsesión de ciertos colectivos por hacer ver que las lesbianas son unos seres esenciales y trascendentales en la sociedad civil solo contribuye a crear más homofobia. Por el solo hecho de marchar como diferentes ya nos estamos diferenciando. Por qué no hacemos las cosas más fáciles y caminamos en la misma fila que las mujeres simples y corrientes. Por qué tenemos que reclamar visibilidad y respeto. La visibilidad y el respeto se lo merecen todos los ciudadanos. Basta ya de arengas absurdas. Somos mujeres que amamos mujeres. Eso es todo. No hay necesidad de armar grupos, colectivos, frentes. Basta de demagogia. Parece que quisiéramos una curul. ¿Y qué queremos en realidad? “Un culo”, responde Jenny. “Un culo con corazón”, agrego. Lo mismo que buscan los heterosexuales. Nadie quiere solo un corazón. También quieren buen sexo. Por eso, lo del culo con corazón es sinceramente brillante.
Sin darme cuenta he comenzado a bailar sobre la tumba de mi ex amor. Pareciera que lo he superado ya. Así de golpe. La amé de golpe, la olvidé de golpe. Jenny sabe que estoy mintiendo. Ana sabe que estoy mintiendo.
Lo cierto es que ha pasado otro jueves, y lejos de llorar me he puesto divertida y alegre, como si el cóctel del Dominium y Neuryl 0,5 comenzaran a hacer efecto en mi torturado cuerpo. Quiero morir, pero este jueves no.