29 de octubre de 2008



  • NO estaba obligada a sufrir cien años por ti.
  • NO tenía que rogarte para hacer el amor.
  • NO me daba la gana de fingir felicidad los domingos.
  • NO podía seguir soportando tu indiferencia en la noche.
  • NO tenía que comprar tus besos...y todo lo demás.
  • NO me ibas a destrozar todos los sueños. Tenía el derecho de quedarme con uno.
  • NO iba a llorar 365 noches contra la pared.
  • NO tenía que pedir disculpas por abrazarte en la madrugada.
  • NO me ibas a destruir. Si acaso ese fue tu objetivo, lee, lee en voz alta: "Aquí estoy, todavía viva".
  • NO iba a durar eternamente el hechizo.
  • NO me romperías la ilusión de sentirme amada.
  • NO te creí que la vida era así de torcida.
  • NO me resigné a un amor trasnochado y con olor a resaca.
  • NO me abochorna admitir que escribir mil veces NO es la mejor terapia para NO conmoverme cuando con tu cara más triste vuelves para decir que NO quisiste hacerme daño.

.... NO me volverás a tener.

25 de octubre de 2008

El último Meme... (del mes)





Lo leí en el blog de Marga y me tardé en responderlo, porque hace diez años pasaron muchas cosas que quizás no quería recordar. Finalmente, hice el Meme y aquí está.



10 años atrás yo:

Lloraba por el amor de una mujer que me hacía inmensamente infeliz. Al mismo tiempo, entregaba el cuerpo a muchas. Fumaba dos cajetillas de cigarrillos, iba de bares los jueves y los sábados, escribía cuentos torcidos, y leía más libros que hoy. La madrugada siempre me sorprendía en la calle. La vida parecía tan larga. Yo era invencible en mi dolor.

5 años atrás yo:

Convivía con la mujer que me había hecho llorar tanto (la misma de arriba)… y seguía llorando. Éramos la familia feliz de día (ella, su hijo, mis cuatro gatas y yo) y la pareja infeliz de noche. Fumaba dos cajetillas de cigarros. Creía que su hijo se había convertido en mi hijo. Pretendía hacer el amor todas las noches sin éxito, cocinaba tres veces a la semana y trabajaba doce horas en el diario.

1 año atrás:

Tenía un nuevo amor y... la depresión se había instalado en mí.

Ayer yo:

Conversaba con mi ex pareja (la que no quiere tener la categoría de pareja porque yo fui mala y tramposa con ella) delante de una pizza. Dos schnauzer escuchaban la charla. Mi novia se había ido a bailar con su amigos del trabajo…
Horas antes, el doctor me había dicho que quizás la depresión había vuelto. Horas antes, la cabeza me estallaba. Horas antes, cargada con una bolsita de pastillas buscaba un taxi en la siempre caótica Lima.

5 canciones de las que sé toda la letra:

Con las canciones, la memoria me falla. Pero estos temas –sin ser los top en mi banda sonora- suelo cantarlos sin cambiar las palabras… Al menos, eso pasó la última vez que los canté.



5 lugares para irme:

  • Chorrillos, entre el malecón y la playa.
  • Buenos Aires, de café en café, parque Lezama, Palermo.
  • Belice, el mar, el mar, el mar.
  • El Olivar, San Isidro (Lima) con olor a marihuana para recordar a Dany Pajuelo.
  • Bogotá, La Candelaria. Mis cinco paradas, en diversos años allí, me convierten en una peruana enamorada de este barrio colombiano. Dicho sea de paso, regreso a Bogotá el próximo 4 de noviembre. Es decir, volveré a La Candelaria.

5 mayores alegrías de mi vida:

  • Cuando Vodka llegó a casa.
  • Cuando creí haber formado una familia.
  • Cuando alquilé un departamento por primera vez y, al fin, declaré mi independencia. Tenía 20 años.
  • Cuando volví a enamorarme.
  • Cuando mis hermanos, de 14 y 15 años, le dijeron a mi mamá que mi opción sexual no les interesaba, me amaban y eso era lo único que contaba.

5 cosas que me gusta comer:

  • Pollo a la brasa. Un cuarto, parte pecho.
  • Mi causa. (El MI es obvio).
  • Pringles de cebolla, lata grande. (Preferiría no invitar).
  • Papa rellena.
  • Garbanzos con acelga y tocino. (Preferiría prepararlos yo).

5 cosas que no me verás usar:

  • Una minifalda.
  • Tacazos.
  • Hilo dental en la playa… (Seamos razonables).
  • Terno y corbata (Me muero por usarlo, pero todavía NO)
  • Polos mojados como Sabrina.

5 juguetes favoritos

  • Mi iPhone.
  • Mi laptop.
  • Picassa para retocar las fotos y cortar lo que sobra.
  • Mi Facebook.
  • Mi Egg Vibration.

22 de octubre de 2008

Meme de las seis cosas


Catalina me pasa este Meme que alguien le jugó. Es el Meme de las seis cosas que me encantan y las seis cosas que detesto. Y aquí está. Advierto que es largo y algo amargado.

Me encanta:

  1. Mis gatas. Desde hace nueve años tengo gatas propias. Y digo propias porque siempre le robaba las gatas a mi tía Hilda. El placer de la gata propia no sé si será igual al de la casa propia (porque no tengo casa propia), pero me hace profundamente feliz, al punto que ya no siento la soledad de vivir sola (vaya, redundancia). Tengo cuatro, como algunos saben. Vodka, la diosa mayor. Thelma, rubia e invasora. Betty, inspirada en una telenovela colombiana. Madonna, copia de la diosa terrenal divorciada. Amo todo lo relacionado con los gatos. Soy una gatófila. Y podría tener más, pero reconozco que nunca habrá espacio ni vecinos amables. Mi casa está llena de adornos de gatos, de libros de gatos, y de pelos de gatos.
  2. Mis libros. En una época de mi vida vendí libros. Tenía veinte años y trabajaba en El Mundo. Por amor a una mujer vendí muchos muchos libros, menos uno. Y aquí lo estoy mirando, viejo, amarillo, raspado, manchado de café. Es un ejemplar grueso de pasta marrón con dos novelas de Ernesto Sábato (El Túnel y Sobre Héroes y Tumbas) que sobrevivió a mi calentura. Mucho tiempo después volvería a vender libros. Siempre por lo mismo: una mujer. Alguna vez fui con Christian Vallejo, mi genial amigo, a Grau y Amazonas. A él también lo movía una mujer. Con el dinero ganado, Christian se daba el gusto de invitar café y tostadas, y café, y café, a una de sus chicas. Y yo podía pagar la cuenta del bar a una chica. Ya no vendo libros. Ni siquiera los que no me gustan. Ni siquiera los de Bryce. En estos tiempos compro más libros que nunca. Y debo alegrarme de ya no comprar ediciones piratas. En uno de mis libreros hay un apartado para libros de sexo que jamás pensé comprar. No porque me sobrara experiencia sino porque el sexo es mejor hacerlo que leerlo (cosas que una columnista de sexo también piensa). Mis libros van conmigo a todas partes. No hay mudanza en la que alguno se pierda. Ya no.
  3. La cama. No diré MI CAMA. No soy apegada a MI CAMA, porque he dormido en muchas camas, y me he sentido muy cómoda siempre, incluso en una que era de cemento y que estaba pegada al piso, en un hostalito de la avenida Wilson. Sin embargo, debo aclarar que me refiero estrictamente al sentido de propiedad. No he tenido una cama diez años o cinco años de largo. He dormido en muchas partes y siempre me he acostumbrado. Me encanta en general estar en una cama, hundida, sin hacer nada, oliendo a la noche anterior. Amo ese estado de medio dormida y media viva, en una cama, sea quien sea la dueña. Es posible que a esta cama que ya me aguanta dos años le agarre más cariño. No lo sé, en verdad. Cada vez que me mudo o cambio de pareja pierdo una cama y un colchón. He perdido varios juegos ya, y quizás por eso no me apego. Pero la sensación de ESTAR EN LA CAMA me parece lo máximo.
  4. Comprar. Cuando ingreso a una tienda por departamentos, a una feria o a un mercado, o cuando aterrizo en algún lugar donde haya cosas para comprar COMPRO!!! Y este es mi lado más frívolo, según mi amiga Elena. Me vuelvo el ser más frívolo y consumista del mundo. Quiero todo, y para todo habrá la excusa de ‘lo necesito’. Cuando no compro me siento triste y desconsolada. Puedo pensar dos días en lo mismo. Y no encontrar consuelo hasta que un regalo me cae del cielo. ¿Qué compro? Lo que me gusta. Puede ser tan insignificante como un gatito de felpa o tan inalcanzable como un Plasma de mil pulgadas, pero siempre moriré por una cartera y por unos zapatos.
  5. El periodismo. Empecé a trabajar cuando tenía 17 años. Desde ese día supe que no habría otro oficio para mí. He tenido bajones, épocas negras en las que pretendía abandonarlo todo y dedicarme a la artesanía. También pensé en tener un bar. También soñé con vender tacos o pizzas. Pues… Soy periodista. La mitad de mi vida la he dedicado al periodismo, y no me arrepiento. Todo lo que soy (y lo que todavía no soy) se lo debo a mi carrera, y a mis jefes que me toleraron el mal humor, las ganas de morirme, y la risa de idiota cada vez que algo salía como yo lo había prometido. Me gusta el periodismo porque me permite escribir, y a estas alturas de la vida, escribo incluso como me da la gana, lo cual ya es casi un premio. Todos los días puteo mi chamba, pero todos los días me alegro de haber cumplido mi sueño: escribir en un periódico.
  6. Internet. Estoy conectada. Sí. Siempre, o casi siempre. No estoy conectada cuando duermo. No estoy conectada cuando hago el amor. No estoy conectada cuando me baño. El resto del tiempo estoy conectada. Internet no es sinónimo de chatear para mí. En Internet está toda la información que quiero, todos los blogs que disfruto, todas las redes sociales que integro, todos los retos que me he puesto… Hasta en Internet está la mujer que me gusta. O sea…
DETESTO:
  1. A LOS HIPÓCRITAS. Prefiero que me puteen en la cara por algo que hice mal a que murmuren por pasillos y calles mis errores o mis defectos. Odio las verdades a medias. Yo soy brutal cuando hablo. Soy tan brutal que hasta me asustan mis palabras, pero no puedo ir por las ramas, no puedo dar tantas vueltas. O eres una mierda o no lo eres. Me gusta que me miren a la cara y me digan que soy una mierda. Detesto las miradas de desaprobación tan torcidas como para aparentar que no pasa nada. No tolero la actitud del ‘millón de amigos’ o ‘la amiga de todos’. Puedo llegar a ser cínica y desvergonzada, pero digo lo que siento. No me sale ser hipócrita.
  2. A LOS GAYS Y LESBIANAS DE CLÓSET. Comprendo que a veces no hay más remedio (el papá, la abuelita, la mamá), pero me parece detestable ir inventándose historias heterosexuales para quedar bien. En todo caso, me gustaría saber que algún día serán libres con su verdad.
  3. A LOS PERIODISTAS DESUBICADOS. Me refiero a esos niños y niñas que no saben nada de la vida, que ni siquiera han ido a una marcha en sus vidas, pero se sienten Truman Capote. Los miro y no los soporto. La lástima y la rabia se apoderan de mí. Ejército de bobos. Creen que el periodismo es escribir en primera persona + buen floro + un poquito de datos de archivo, o del bendito Google. Estos niños y niñas tienen look de escritores sufridos. Se lamentan de no hallar espacios para escribir, porque todos los periódicos son una mierda con eso de la cantidad de palabras, y los editores carniceros. Los chicos (as) bonitos (as) del periodismo nacional exigen, por supuesto, que la historia no solo tenga su firma sino también su fotito. Una fotito en la que ellos aparecen mirando como Truman, y en el peor de los casos como Jaime Bayly. Ah, los hay en Perú, y en Argentina, y en México… Yo conozco de casi todos los países.
  4. A LOS POLÍTICOS MENTIROSOS. Cada vez creo que hay menos excepciones. Si no son corruptos son oportunistas. No ameritan más líneas de mi parte.
  5. A LOS COBARDES. Admito que el pesimismo me gana casi siempre, pero así como me caigo hasta el tercer sótano, me levanto y soy capaz de correr los riesgos que la vida me pone. Por eso, detesto a la gente cobarde que va por la vida diciendo que no puede, que el mundo está en su contra, que la sociedad no lo deja avanzar, que su jefe es tan mierda que le impide ser creativo. Soy cobarde también, y por eso detesto a los cobardes. Uno a veces detesta lo que es o lo que no puede dejar de ser. Mil veces he dicho que no se puede. En mi vida no se puede: hacer dieta, correr, agarrar una escoba, pensar en positivo… etc, etc….
  6. A LAS CALENTADORAS. Insuperables señoritas que se han olvidado que uno tiene corazón y todo lo demás. Me refiero a esas mujeres que parecen estar dispuestas a engreírte, y hacerte cariñitos… Y digo PARECEN, porque apenas le pones la mano encima salen corriendo, diciéndote que si te besaron cerquita de la boca y se dejaron apretar fue porque te quieren como amiga. Yo no sé si la calentadora es una especie muy peruana o muy limeña, pero –sin duda- es una especie detestable. Cuando yo he besado cerquita de la boca he terminado como deben terminan esas situaciones. Nada de calentar por calentar

19 de octubre de 2008

Ella, La Otra, la geografía




Cuando Ella la besó todo siguió igual. O al menos eso le pareció a La Otra.

Cuando Ella la besó quizás el mundo podría haberse puesto de cabeza, pero la vida se detuvo en ese minuto, como si fuera una película muda donde los personajes parece que hablan, pero están llenos de gestos, a veces sin sentido o con tan forzada gracia que perturban. Así quedó La Otra cuando ella la besó. El tiempo se paralizó para recordarle que la vida era más que estar delante de una computadora escribiendo de sus miedos. La vida quizás no era esa paz boba sino todo lo contrario: La vida era un lío.

Cuando Ella la besó, La Otra se preguntó si ese beso era igual a los de antes. ¿Acaso se puede alzar la mano y robar del cielo lo mejor de ese pasado que La Otra creyó haber rebuscado (y tocado) cuando sus lenguas se encontraron?

Cuando Ella la besó, La Otra esperaba que Ella hubiera descubierto su verdad, pero Ella solo lo tomó como un beso. La Otra pensó –ilusa y estúpida- que Ella tomaría su mano y se la llevaría sin retorno. Pero Ella no tenía palabras, no tenía grandes argumentos. Solo guardó silencio. Y La Otra le dijo: “¿Tengo que abrirte el cerebro en dos y decirte las palabras que quiero escuchar?”. Ella quizás no entendió. Ella solo miró el espejo, sintiéndose indescifrable, incomprendida, indomable. Conmovida, La Otra le juró que no abriría su cerebro en dos, que no le diría las palabras que quería escuchar, que simplemente se iría, se marcharía, que seguiría probando suerte, porque el amor tendría que estar en otra parte. El amor debe estar en otra parte.

Pero cuando Ella la besó, La Otra se sintió menos cansada, menos fea, menos vieja, menos torpe, menos estúpida, menos robot, menos gorda. La Otra pensó, otra vez, en lo irónica que es la vida. Ella, la misma que la había hecho sentir justamente cansada, fea, vieja, torpe, estúpida, robot, gorda. Ella había vuelto del fondo de la mierda para recordarle que tenía mil oportunidades más en la vida.

Ella y La Otra tomaron rumbos distintos, como ya es la costumbre.

Ella jugando a jugar, mientras La Otra se hundía en su rutina de éxito, pensando que el amor está en otra parte, quizás –sí quizás- en la geografía de Ella, o quizás en un territorio todavía desconocido.

16 de octubre de 2008

Síndrome premenstrual

(Vodka, y esa clásica mirada que interpreto como fría y distante durante esos dìas)

Una de las situaciones más difíciles de ser mujer y amar a una mujer es la bendita regla. Bueno, quizás no la más difícil sino la más incómoda. Y no me refiero al suceso mismo sino a los previos, al llamado y temible síndrome premenstrual.

Yo no quiero mucho a mi chica en esta etapa, pero seguro que mi chica me quiere menos cuando anuncio que se me viene la semana premenstrual. Y es que es la semana más triste, devastadora e insoportable de mi existencia, una tristeza irritante y demoledora que no tiene nada que ver con el corazón, con problemas económicos, aburrimiento o estrés. Es una pena sin sentido, sin lógica y sin razón.

Son siete días de agonía + cuatro en rojo + tres para recuperar las fuerzas. Pierdo 14 días de mi vida en lamentos. Si comienzo a multiplicar podría empezar a llorar, y adelantarme a la semana premenstrual.

Pero vamos por partes, porque la regla se nos viene en cámara lenta. Por lo menos, a mí. Primero sientes un ligero frío en los pies, luego un cosquilleo en la espalda que no significa “tengo ganas” sino “se me va a romper la columna”. El cabello se te reseca e increíblemente no hay cepillada que te lo deje suave, liso, ondeado o radiante. La panza se te hincha. Y te preguntas por qué diablos te sientes más gorda si vienes comiendo menos. Hay ocasiones en los que me han dados horas continúas –¡doce horas!- de estornudos.

Y ni qué decir de las tetas. ¡Ay, las tetas! Si normalmente disfruto que me las tomen –fuerte o suave, no importa- en esta semana puedo morder a la primera que se aproxime a ellas. Porque las miradas femeninas sobre mis tetas en síndrome premenstrual me duelen profundamente, y no hay Ponstan, Alidol o lo que se me ofrezca para quitar tanto malestar.

-¿Y por qué te duelen las miradas?-, me preguntó una amiga, mientras yo hundía la cara en mi almohada. Y yo pensé lo que en ese momento no le dije: “Me duelen las miradas porque en este instante en lugar de mirármelas me las podrías estar acariciando, pero me he declarado INTOCABLE”. Cuando estoy con la regla nadie me aguanta, pero en primer término no me aguanto yo, pues ideas terribles pasan por mi cabeza. He aquí algunas:
  • Mi gata no me quiere tanto como yo creo. En el fondo solo espera que coloque las galletas en su plato y que mueva mi humanidad de la cama para que ella se estire.
  • La fidelidad de los últimos dos años y algo es la razón de mi gastritis.
  • Una mano extraña ha movido el cielo para que ocurra una turbulencia en un vuelo Madrid-Lima, con la única finalidad de retrasar mi salida del periódico.
  • Alguno de mis ocho redactores sigue creyendo que soy una bruja, a pesar de lo mucho que he controlado mi carácter.
  • Estoy afrontando una de las más graves crisis de pareja. Y creo que de esta ya no salgo.
  • He perdido mi capacidad para conquistar mujeres. Es decir, si ella me deja me demoraré bastante en conseguir un consuelo.
  • Ha llegado la hora de replantear mi vida y de pensar que hay muchas cosas que estoy haciendo mal.
  • Tengo 33 años y mi futuro profesional se presenta incierto.
  • La menopausia está más cerca de lo que cualquiera podría creer.
  • He perdido el deseo sexual.
  • No miro tetas ajenas. Ahora las envidio, porque seguro que no están en la pre regla y seguro que sí se dejarán tocar.
  • Ha llegado la hora de vivir en pareja. Unas veinte veces al día toco el tema con mi chica. Ella todavía se lo está pensando, y yo –casi jalándome los cabellos- pienso que si no es mañana la relación se va al tacho.
  • Recuerdo un capítulo de LWord en el que una de las chicas se olvida de medicar al gato de Dana. Mr. Piddles murió. Pienso que mi chica puede ser tan mala como esa mujer. La chica tenía rulos. Y mi chica también. Pienso, pienso… (No me identifico con la serie, pero tengo una barrita a la derecha con imágenes de You Tube. ¿Por qué? Porque me contradigo todo el tiempo… Ah, y si el nombre del gato no se escribe así me disculpan).
  • Ha llegado la hora de comprarme la casa, porque de lo contrario habré fracasado.
  • Estoy a un paso de deprimirme en serio, como aquella vez. Este vacío es el comienzo de la depresión, carajo.
  • Concluyo categóricamente que no tengo buen sexo y que mi pareja está fallando porque yo soy la mejor.
  • Pienso que estoy afrontando una mala racha, acaso la peor de la vida.
Pensamientos nefastos como estos pasan por mi cabeza durante la semana
premenstrual. Los cuatro días en rojo se van entre pastillas de colores, té caliente, y una bolsa de agua hirviendo. Los tres días siguientes son para pedir disculpas por todas las bobadas que he dicho recientemente, por los malos pensamientos, los deseos suicidas-homicidas, y la rabia innecesaria. Paso 168 días sentada sobre mi síndrome premenstrual. El resto del año me estoy cagando de la risa.

Síndrome premenstrual le llaman. Y yo espero que sea solo eso.

11 de octubre de 2008

Diez pasos para olvidar








(Gracias Liliana. No conocía a Jaime Sabines . Ya sabes, mi ignorancia).



Dejar atrás los recuerdos de algunos de mis amores más importantes no ha sido fácil. Alguien me decía que a veces uno no olvida sino que se hace a la que olvida. Y así sigue de largo por la vida hasta que pasa lo siguiente:


  • Te acostumbras a vivir olvidando.
  • Despiertas preguntando por qué no te acuerdas de ella.
  • Llamas a tu ex y le pides que vuelva.


Cuando me tocó olvidar seguí algunos pasos que aquí comparto.

  1. Despertar y colocar una canción como esta.
  2. Seguir la mañana con un puñado de canciones castigadoras. Cada una elige. Hasta la salsa y la cumbia funcionan.
  3. Buscar una amiga o unas tres amigas (una sola se cansa) con paciencia suficiente como para escuchar lo mala que fue esa mujer contigo, el daño que te hizo, el amor que te negó. No incluyas por ninguna razón la frase: "Yo también tuve un poco de culpa".
  4. Hacer una lista de los besos, abrazos, regalos y todo todo lo que te negó, lo que te dio a medias o lo que se olvidó. Incluye el sexo en esta lista.
  5. Si no tienes quién te ame o te haga cosquillas coloca un aviso como este en alguna web les: "Hola. Soy una chica de XXX años, me gusta la buena música, estudio y trabajo, vivo sola, tengo muy clara mis metas…Quisiera hacer amigas. Te dejo mi mail para que me escribas. Me encuentras en el messenger". Yo hice un avisito que pese a mi búsqueda on line no he encontrado por ninguna parte. No fue así de dulce. Fue más sencillo y simplón. Pero uso este modelo porque yo me apunté a conocer a varias chicas como las del aviso. Tras el casting de rigor (casting que seguro también me hicieron) encontré lo que buscaba: mi actual pareja.
  6. Rebusca las fotos de tu ex. Si fue mala contigo te toca ser algo malvada. Pero malvada en buen término. Selecciona aquellas imágenes en las que no sale muy linda y míralas fijamente. Encuentra todos sus defectos y pregúntate si acaso no hay un rostro más bonito-inocente-dulce-apasionado-sensible-sexual-intelectual-rebelde para ti. Por el físico no entra necesariamente el amor, pero este ejercicio sirve. Descubrirás sin darte cuenta ciertos gestos que te harán pensar lo peor y pensar lo peor siempre es bueno para olvidar. Yo, por ejemplo, mirando una foto en la que salía con una de mis ex me di cuenta de algo, en su momento, devastador: Ella miraba indiferente, como quien está aburrida, hastiada o ausente. ¿Y yo? Yo miraba abobada, enamorada hasta los huesos. Esta experiencia me impulsó a buscar y buscar más fotos. Descubrí que en el 75% de imágenes ella salía como si la hubiera recortado de una foto en Rusia para pegarla en mi foto, en Lima. Ella no tenía ni expresión. Simplemente estaba allí. Así fue como un día me pregunté cómo no me había dado cuenta antes. En su cara estaba el poco amor que me tenía. Y yo no lo había advertido hasta que puse en marcha este ejercicio.
  7. Encuentra múltiples ocupaciones. Que no te sobre el tiempo. Consíguete un par de trabajitos, estudia lo que se te ocurra, escribe blogs… Busca formas de decir: "no tengo tiempo para nada". Las horas muertas matan realmente.
  8. Llora todo lo que puedas. Llora, llora y llora. Hasta que tu gata se acerque a lamer tus lágrimas. En algún momento yo llegué a llorar todas las noches sin falta. Y cuando una noche no me provocó llorar me puse a ver una telenovela mexicana para llorar feliz.
  9. Este es el más absurdo de todos, pero tiene sentido: Intenta tener un orgasmo espectacular con tu chica nueva, con el proyecto de pareja oficial o con alguna buena mujer. Empéñate en que sea una faena extraordinaria. Al terminar te preguntarás: "¿Fue mejor con mi ex o con esta mujer?". Casi al 70% sucede que es mejor con la nueva chica por eso de escobita nueva barre bien. Y si no tienes una mujer para la ocasión cómprate un vibrador de varias velocidades. Allí si pasa que al 99.9% el vibrador resulta mejor que un par de ex juntas.
  10. Elabora una lista de todo lo que ha comenzado a funcionar en tu existencia desde que ella no está. De pronto te das cuenta de que hay muchas cosas buenas: postulaste a una maestría, te sonríen más chicas de lo normal, tu blog ya tiene más vistas, te funciona la dieta, aprendiste a maquillarte, tu gata tiene el pelaje más suave, el color de tu sala tiene el color de tu blog, has vacacionado lejos del Perú como una reina, has regresado a la playa con fuerza durante el verano, has pagado tus deudas, tienes encima a una mujer que sabe decirte te amo… (La lista amerita quizás otro post).

Todo ello funciona.

Y se llama sobrevivencia.

8 de octubre de 2008

¿Me conoces?




Te has puesto a pensar qué tendría que saber alguien de ti para considerar que te conoce, que te conoce aunque sea un poquito, que te conoce lo suficiente como para pasar la tarde a tu lado y no sentirse como una extraña.
Para considerar que me conoces tendrías que saber algunas cosas esenciales de mí. Léase desde las más superfluas hasta las más intensas. En las superfluas o en esas que llaman las ‘vanidades de la vida’ a veces está parte del yo de las personas, y no me refiero a un yo frívolo sino a un yo verdadero. El yo verdadero se esconde en los más impensables absurdos de uno.

Para conocerme un poco tendrías que saber...
  • Que mi gata se llama Vodka, y que vivo con ella y con otras tres felinas.
  • Que he dejado de fumar desde el 26 de junio.
  • Que las horas muertas me ponen de mal humor. No soporto no hacer nada, y menos en soledad. El acto sublime de huevear me gusta en pareja, así no sea mi pareja.
  • Que no sé inglés... ni quiero saberlo.
  • Que comprar libros es la mejor de mis adicciones.
  • Que la causa es el plato que mejor me sale, y que no hay mujer que haya pasado por mi vida sin haberla probado, y sin haber dicho que es lo máximo. La causa para quienes no son de Perú es como una torta de papa con relleno. La papa sancochada la aplastas, le echas limón, ají amarillo, sal y aceite. Luego intercalas con dos capas de relleno. Yo uso dos rellenos: lomito de atún con mayonesa, y palta con huevos duros y mayonesa. Harta caloría. Es el plato que suelo hacer al comienzo de la relación. Si presumes que después de la causa me voy a la cama con la chica en cuestión tendrías que saber que mi causa es tan buena que te produce un sueño riquísimo. Así que si vamos a hacer el amor no te invitaré causa.
  • Que no creo en los horóscopos, pero soy Sagitario y la última Libra de mi vida es mi pareja, porque todas las anteriores han sido Libra y ya no más.
  • Que veo telenovelas mexicanas y me engancho al toque.
  • Que me encantan las carteras finas y las botas.
  • Que no me gusta bailar o que solo bailo si he bebido más de la cuenta.
  • Que casi siempre estoy conectada a Internet.
  • Que no me gusta chatear.
  • Que desde que escribo la columna de sexo mi performance sexual tiene picos y caídas preocupantes.
  • Que el pollo a la brasa es mi plato favorito, y lo que más me enorgullece del Perú. Sí, por encima del ceviche, del pisco sour y Machu Picchu. Sorry Perú.
  • Que sueño con cantar, pero tengo voz de resaca constante.
  • Que infinitas veces he sostenido este diálogo:
    - Señor, ¿está de acuerdo con el pago?
    - Sí, no hay problema.
    - Me da su nombre señor.
    - Esther Vargas.
    - Sorry.
  • Que pongo las comas donde me suenan.
  • Que no he seguido un curso de Lectura Veloz, pero leo veloz.
  • Que mi casa siempre está llena de polvo.
  • Que siempre he querido una mujer de inmensos pechos, y que nunca he tenido ese privilegio.
  • Que una vez fui infiel a mi pareja con su mejor amiga.
  • Que una vez hice el amor en un puente.
  • Que probé marihuana y no me dio ni risa.
  • Que sufro de insomnio por temporadas.
  • Que cuando estoy enamorada-ilusionada escribo más.
  • Que soy monotemática en mis gustos musicales: Calamaro, Alejandra Guzmán, Joaquín Sabina y Chavela Vargas casi siempre.
  • Que Amores Perros es la película que más duro me dio.
  • Que lloro cuando subo a los aviones, porque me cago de miedo.
  • Que una chica con botas me parece muy sexy.
  • Que las policías de tránsito me distraen.
  • Que no aprendí a manejar porque choqué frente al Marriot.
  • Que sufrí depresión en 2007 y frigidez como consecuencia de las pastillas.
  • Que colecciono adornos de gatitos.
  • Que la tapa del inodoro de mi casa tiene la cara de un gato.
  • Que a veces ronco.
  • Que he hecho el amor toda la noche algunas noches, y quiero repetir ese momento Histórico.
  • Que soy excesivamente cariñosa.
  • Que creo en el amor a primera vista. Y si no es amor me gusta llamarlo amor.
  • Que reniego hasta porque sale sol.
  • Que tengo deseos de matar a los taxistas limeños.
  • Que nunca he hecho un trío, y creo que no me apetece.
  • Que no soy bisexual ni en mis sueños.
  • Que buena parte de las historias de mi columna de sexo nacieron de mi intenso pasado heterosexual.
  • Que las mujeres de cabello negro o marrón oscuro me gustan más que las rubias.
  • Que casi no tengo asco a nada, con excepción de los cuyes y las ratas.
  • Que un animal abandonado o en situación de desgracia o maltrato me puede hacer llorar.
  • Que colaboro en colectas estúpidas y que a veces me estafan.
  • Que me baño en cinco minutos.
  • Que no me gusta peinarme.
  • Que cuando hago el amor duermo feliz.
  • Que me gusta dar regalos.
  • Que extraño cocinar los fines de semana.
  • Que ya renuncié a ser mamá.
  • Que puedo gritar hasta sacudir las lunas, y luego matarme de la risa.
  • Que no uso gafas negras porque escucho mal cuando las llevo puestas.
  • Que no me gustan las chicas de 20.
  • Que me gusta morder los labios suavemente cuando beso..
  • Que soy celosa.
  • Que lloro con frecuencia.
  • Que no me gusta estar sola.
  • Que nunca he cobrado una coima por publicar una noticia.
  • Que odio la impuntualidad, y que siempre llego temprano a todas las citas.
  • Que me sudan las manos.
  • Que cuando estoy recién enamorada soy lo máximo.
  • Que cuando estoy abandonando la relación soy una mierda.
  • Que me dejo pisar por mi pareja sin problema.
  • Que sé pedir perdón.
  • Que soy fan de absurdos impensables.
  • Que veo Bailando por un Sueño, Cantando por un Sueño, Llorando por un SUEÑO, etc...
  • Que quiero vivir en Chorrillos, tierra heroica, ciudad de pescadores que cada día está más hermosa, donde se levanta el triste Morro Solar.
  • Que no soy de mirar mucho las colas.
  • Que una vez me hicieron creer que no valía nada.
  • Que todo lo escrito hasta aquí puede cambiar abruptamente, pues soy capaz de corregirme siempre.
  • Que soy tan tímida que después de publicar este post me puedo esconder varios días.

¿Me conocías?

4 de octubre de 2008

Mis 10 canciones para el concierto perfecto en Lima


De eso trata el post de Miguel Sánchez, blogguer de mi diario. Criticado y admirado, Miguel seguro que sabe de música más que yo. Su post tiene sentido: se viene un cargamontón de conciertos en Lima, y su lista se basa en los artistas que estrictamente pisarán la capital del Perú. No concuerdo con su ranking, pero eso no importa a nadie. Si él llega a leer este post seguro que hará una mueca y descubrirá mi mal gusto.

Mi lista incluye a artistas que no pisarán necesariamente Lima, pero que muero por escuchar en una sola noche, con un vaso de vodka en la mano.

Calamaro está aquí porque lo adoro y porque iré a su concierto, y porque está en todas mis listas desde hace más de diez años. Julio Iglesias viene, pero no lo tengo en cuenta porque solo me gusta una canción, la canción que siempre canto en el karaoke...

Tengo mal oído y solo me dejo llevar por las letras. Quienes por allí dicen que los arreglos son malos quizás tengan razón, pero yo siempre me quedo con las letras. Las rescato y las atesoro. Las letras de una canción o de un poema me pueden acompañar sin gastarse nunca.

Me gustan las letras desgarradoras, me gusta que las canciones me trituren el corazón, me gusta que coincidan con alguna etapa de mi vida, que me agarren a cachetadas. Y soy muy muy cursi, tanto que aquí viene mi lista de llorona empedernida, insomne crónica o demasiado tierna.


Escuchar estas 10 canciones y la 'yapa' peruana (la de Pedrito) serían perfectas en una noche estrellada. Con ustedes, el concierto perfecto, pero imposible.

(Sorry por las ausencias de muchos notables)


Mi enfermedad / Calamaro
Contigo / Joaquín Sabina
Tengo razones / Bebé
Volverte a Amar / Alejandra Guzmán
Noche de Bodas /Chavela Vargas

He renunciado a ti / José José
Hey / Julio Iglesias

Soy Tuyo /Calamaro

Princesa/ Sabina
Dime Adiós/Ale


LA YAPA
Sé que todo ha acabado ya / Pedrito Suárez Vertiz

PD: Princesa me gustá así no sea la mejor canción de Sabina. Y no pienso cambiar. Tuvo un gran significado en mi estúpida vida.

2 de octubre de 2008

Mi enfermera



Pocas veces me he sentido tan mal como en estos últimos días. Tengo los ojos pesados, me duele el estómago, la cabeza me hace tun tun, las piernas me tiemblan. Quisiera estar durmiendo, pero no puedo dormir. En la clínica me informaron que era una gastitris fuerte. Pero yo creo que debe ser algo más, nada grave, pero algo odioso -seguro que comí- me tiene rejodida.

Este post no es para hablar de mis dolores sino de mi enfermera. Es tan buena la enfermera que podría prolongar esta agonía. Si sacamos la cuenta, desde que me enfermé -el lunes aproximadamente- no peleamos, monumental logro considerando que siempre peleamos una vez al día, peleamos por cualquier cosa, hasta la sonrisa de mi gata la fastidia.

El tema es que yo tengo a mi amante enfermera cerca y eso hace menos infeliz mi vida. Ella parece una ambulancia, capaz de llevarme a la clínica al primer "auuuuu...". Yo prefiero cerrar los ojos, acomodarme en su cuerpo y olvidarme de todo, incluyendo este blog, y mis otros dos blogs; olvidarme de mi iPhone, del diario, de mi casa transformada en caos desde que la señora Elsa consiguió una chamba a tiempo completo, de la huelga de los médicos. Quiero olvidarme de todo y dormir, porque me parece que estos dolores tienen que ver con mi insomnio negro.

Mi enfermera -insoportable, pero dulce al mismo tiempo- no me pierde de vista, aunque esté en el trabajo demasiadas horas para mi gusto, aunque va más estresada que de costumbre, aunque en el fondo está más histérica que hace un minuto.

Mi enfermera no me deja tomar café. No me permite unas Pringles. Mi enfermera no me hace el amor porque estoy -como dicen- "mírame y no me toques".

Mi enfermera no me hace renegar, hasta se complace al ver a Vodka -mi gata- abrazada a mí. De alguna manera, mi enfermera cree que Vodka le toma la posta cada vez que ella no está a mi lado. Así no agonizo sola.

He tenido casi el mismo número de enfermeras que de mujeres. Es decir, con todas casi me he enfermado. De esas enfermeras yo escogería a mi actual enfermera como la mejor. (Tampoco me queda otra, ja..ja... No, siendo sincera, esa es la purita verdad).


Mi primer amor fue una buena enfermera, pero casi no me enfermé en esos años. Bueno, tampoco mucha gente se enferma a los 19 años. Las dos estábamos jóvenes, fuertes y sin achaques.

Mi segundo amor fue la peor enfermera del mundo, y quizás la que menos me quiso, y también con la que más duré. Ella nunca creía en mis dolores. Siempre pensaba que yo estaba exagerando. Varias veces me tumbé en la cama a quejarme y quejarme sin siquiera lograr que apartara la vista de la tele, donde se disputaba un partido de fútbol, entre Botswana y Gambia. Quiero decir que ni siquiera jugaba Perú, pero ella ya ni me miraba, por lo que yo me borraba. Lo más grave que me ocurrió en su época fue la picadura de una araña venenosa. Al tercer día, cuando casi ya no podía caminar, ella tomó en serio mi angustia. Fuimos al doctor. El doctor dijo que necesitaba urgente un antídoto. En Lima, ya habían muerto unas cinco personas por la puta arañita. El asunto es que ella se convirtió en enfermera, una enfermera cumplidora, capaz de prepararte una sopita de pollo y pedirte al instante que bajes la voz, mejor no respires, porque ya empezó el fútbol. (Este segundo amor fue en verdad mi último amor, pero le pongo el #2 porque en ese orden llegó a mi corazón).

Mi tercer amor fue una gran enfermera, pero siempre llegaba yo para opacarla. Yo la cuidaba más de lo que ella me cuidaba a mí. Cuando me sacaron la muela, echada en la camilla con las piernas abiertas como dando a luz, ella me tomó de la mano, diciéndome fuerza y te amo, te amo, te amo, y no pongas esa cara de dolor porque a Vodka no le gustará verte así. Sin embargo, al llegar la madrugada mis aullidos no consiguieron moverle ni un pelito. Su sueño era sagrado y mi muela un estorbo.

Tuve un amor #4 que aunque siempre tuvo categoría de pareja, hace muy poco me dijo que prefería quedarse en el rango de amante breve. Como borró varios meses de nuestra historia, no sé si incluirla. Solo debo decir que fue una gran falsa pareja. Y digo falsa porque ella se resiste a la categoría de pareja, decisión que respeto con mucho dolor, pues efectivamente yo tenía otra pareja cuando ella lanzaba bombardas en el cielo para que me diera cuenta de todo lo que me amaba. (Fue una buena enfermera, sorry)

Y mi amor #5 es la que en este instante me llevará al médico, y más tarde a la cama, para abrazarme y decirme que nos haremos un chequeo general porque a los treinta una ya debe de cuidarse. Ella es mi enfermera favorita, la mejor que he tenido. Yo no he sido una gran enfermera con ella, pero prometo cambiar de actitud y dar lo que me gusta recibir.


Gracias mi amor.


PD: Acabo de regresar de la clínica. La foto de este post me la tomó ella cuando una enfermera de verdad me clavó la aguja. Estoy mejor. Parece que también tengo infección estomacal. He comido una wafer de piña y ya me ha gritado. Hemos peleado apenas daba signos de mejoría. Creo que debo retomar mi enfermedad.