29 de septiembre de 2008

Sí, fui infiel (1)


En mi blog de Perú.21 escribí sobre la infidelidad y el mal sexo. Identificada plenamente con el tema me animé a contar algo que me pasó en una época no tan lejana. Confieso que tuve cierto pudor, pues en mi blog de Perú.21 no hago strip tease como aquí. Trato de ser lo más auténtica posible, pero evito -no siempre con éxito- hablar de mis cosas.

Lo que cuento en el post es plenamente cierto. Debo remarcar que he sido infiel en varias ocasiones, y no me siento orgullosa de ello. Al contrario, siempre que puedo pido disculpas a mis ex. En los últimos años, sin embargo, me he sentido lejos de tentaciones, curada, cansada de tanto rollo. Porque ser infiel, queridas y queridos, es un trabajo extra para el que no siempre hay tiempo.

Por eso, en estos días de ex infiel me atrevo a recomendar a cualquiera que vaya al psicólogo antes de hacer daño a la gente. Si todavía no has perdido a la persona que amas, trata de llevarla a una terapia de parejas. En todo caso, pon todo de ti para que la relación no naufrague. Y si finalmente nada se arregla corre, huye, desaparece.

En otro post seguro que daré más detalles. No sé cuándo eso sí.

Por ahora, te invito a mi otro blog.

25 de septiembre de 2008

Sueños interruptus


Mis sueños parecen una película con comerciales. Puedo despertarme para abrazar a mi gata y retomar la escena de sexo caliente que estaba protagonizando. Puedo estar en el centro de una balacera y despertar para desconectar mi iPhone ya cargado, y seguir muriendo en el sueño. Puedo dominar tanto mis sueños que a veces creo que no son sueños sino historias que me invento despierta.
He soñado que me disponía a hacer el amor con una chica que no conocía de nada y me he despertado para recordarle a mi cuerpo que estoy emparejada. Y he cambiado a esa chica por otra, por la única con la que tengo permitido tener sexo aunque sea alguna vez en la vida antes de morir. No revelaré su nombre, pero si eres lectora de este blog sabrás que muero por ella. Dicho sea de paso con esa otra permitida seguro que he hecho el amor más que con todas las mujeres con las que me he acostado.
He tenido sueños eróticos tan buenos que varias veces al despertarme, a las ocho de la mañana, he decidido que no me levanto sino que termino de soñar lo que quiero soñar. Es decir, me regalo un orgasmo espectacular en mi sueño, un beso sin apuro, un abrazo, un apretón de manos, una cachetada... No es masturbación mental. Es un sueño predigitado por mí. No sé si está mal ser así, porque siempre he tenido esta 'situación'.
Cuando todavía mi cuerpo no se declaraba lesbiano yo ya había soñado con una decena de chicas haciéndome cosquillas. Y antes de ser lesbiana había metido a Luis Miguel en la cama de mis sueños. Calculo tan bien lo que quiero soñar que a veces pienso que debo estar soñando todo el tiempo, pues en mis sueños la vida camina mejor.
En mis sueños me han hecho sentir una actriz porno, un cuerpo muerto sobre el pavimento, una bruja, una bombera aguerrida, una policía de tránsito abrazada a otra policía de tránsito... una mancha de sangre, una secuestrada, una amante incansable, una cornuda deprimente, una llorona inconsolable, una esposa feliz, una activista gay en San Francisco, una congresista, una dueña de un sex shop, un vibrador de señoras..., y de chicas de veinte (pero me quedo con las de treinta y +).
Me encanta soñar lo que quiero soñar. Las pesadillas me mandan al fondo del túnel. Soñar lo que me da la gana quizás no es soñar, pero la paso muy bien, sobre todo porque en la nube de mis sueños nadie me juzga.



PD: Como yo firmo lo que escribo (por más estúpido que sea), los comentarios anónimos, poco inteligentes y evidentemente malintencionados los elimino. A las que pretenden lanzar nombres sobre la identidad de
"
la única con la que tengo permitido tener sexo aunque sea alguna vez en la vida antes de morir" debo decirles que esa única no tiene que ver con mi pasado. Ojalá fuera una ex. Y algo más: soy fiel.


17 de septiembre de 2008

Amor gay


Encuentro la historia y la polémica generada por esta foto y este amor en un blog que nada tiene de gay. Me refiero al blog Redacción Abierta, del periodista argentino Darío Gallo, a quien sigo desde hace buen tiempo.
Les invito a leer su post. Una lección breve y sencilla de periodismo, de tolerancia y de libertad.
Hagan click en la FOTO para ver la galería completa.

15 de septiembre de 2008

Córtate las venas

Alguna vez escribí un poema muy malo que se llamaba Córtate las venas. En esta vida solo me he cortado las uñas, por suerte. Paloma, una de las mejores canciones de Calamaro, me parece una buena navaja para arañarte el corazón. Paloma fue mi banda sonora, en este y en todos los tiempos.




En el blog Calamaro en Lima de El Comercio, el autor preguntaba cuál era la frase favorita de esa canción.
Y encontré mi frase:
"Quiero vivir dos veces
para poder olvidarte...".

Los fans de Calamaro estamos esperando el día del concierto.

9 de septiembre de 2008

Cosas que nunca debes decirle a una chica



La experiencia no me ha servido de nada. Mi pareja y varias amigas dicen que he tenido tantos amores en la vida que ya tendría que saberme todas las estrategias para amar bien y no sufrir nada. Sí pues. Experiencia he tenido. Pero la experiencia cuando está de por medio el corazón y el sexo no sirve de nada. Así que pese a todos los esfuerzos por demostrar madurez y canas, lo real es que meter la pata y caer en torpezas de adolescente son situaciones que en algún momento llegan de nuevo a tu vida, para sorprenderte y hacerte recordar que todavía te falta vivir bastante más.
A propósito de esta reflexión y a punto de tomar mi avión a Bogotá -sin pareja y por trabajo-, he decidido hacer una breve lista de cosas que nunca JAMÁS se debe decir a una chica. No importa si esa chica es lesbiana, o si es casada, divorciada, primeriza en el amor, trajinada de corazón, lesbiana de clóset, confundida... Basta que sea mujer.


1. No le digas que te mueres de amor por ella cuando dudas de su amor.
2. No le digas que es la más bella cuando tus ojos siempre buscan la perfección en cualquier esquina.
3. No le digas que le serás fiel toda la vida, porque nunca se sabe si al cruzar la calle encontrarás a esa otra mujer, capaz de hacerte prometer lo mismo al primer beso.
4. No le digas que el mejor sexo ha sido con ella, porque al mes de hacerlo posiblemente la chica exhibirá signos de agotamiento, clásica confianza que le da haber sido la mejor.
5. No le digas que por ella serías capaz de dejarlo todo. Y aunque el condicional (ías) te da licencia para quizás no dejar nada, mejor guarda silencio. Sobre todo si la chica en cuestión está aferrada al tronco de su familia, de su pasado o de sus miedos.
6. No le digas que nunca la olvidarás porque algún día te despertarás preguntándote por qué no la extrañas, por qué no sientes su olor en tus manos.
7. No le digas que no eres celosa porque nunca se sabe el día en que desconfiarás hasta de sus zapatos.
8. No le digas que no tienes amigos, porque no hay ser en este mundo que no los tenga. Y cuando estos reclamen su espacio, ella te demandará por el contrato de exclusividad.
9. No le digas que escribes cuando estás triste porque en cualquier texto tuyo encontrará huellas de tu melancolía.
10. No le digas que la extrañas a cada minuto porque se preocupará tremendamente al caer en la cuenta de que no te extraña ni siquiera a cada hora.
11. No le digas mi gata y tú son mis dos verdaderos amores. Se verá tentada a matar a tu gata.
12. No le digas que le confiarás las claves de tu correo electrónico, blog, Facebook y Hi5. Te las pedirá al día siguiente y se instalará, muy cómoda, a manejar todas tus cuentas.
13. No le digas que ya no le dirás nada, porque preguntará y preguntará hasta hacerte decir -incluso- que este post tiene la rabia y la tristeza de alguien que todavía no aprende a amarse a sí misma para ser amada y amar mejor.
14. No le digas que quieres vivir con ella, porque quizás piensa que la quieres de nana.
15. No le digas que no te haga promesas, porque no las hará y ya se sabe que lo que más esperas en esta vida es una puta promesa, así su tiempo de vida útil sea más breve que la pila de mi vibrador.

7 de septiembre de 2008

¿No te provoca ser mamá?


¿No te provoca ser mamá? La pregunta me la hicieron mientras almorzaba al paso en el diario. Respondí que no, pero me quedé pensando. Es un tema que francamente me da flojera. Sin embargo, sé que esa flojera es una buena manera de eludir el asunto. Y no siempre se puede. Bueno, ante la gente se puede. Es fácil decir que no soportas a los niños, que tus cuatro gatas llenan tu vida, que tienes dos hermanos adolescentes, que tu plan de vida ya no incluye criaturas... Bla, bla, bla... ¿Había sido sincera con la persona que me preguntó aquello? Todo el día el tema dio vueltas en mi cabeza hasta llenarme de nostalgia.

Hace unos años -cuatro años quizás- pensé en serio en el asunto. Me ilusioné con la idea de embarazarme, o de ver embarazada a mi pareja. Me imaginé cómo sería yo de mamá. Seguro le habría enseñado a leer antes que a comer. Seguro le habría enseñado a amar a los gatos antes que cualquier otra cosa. Lo que me duró la ilusión fue suficiente para imaginar que no sería una mala mamá. Nunca se sabe, la verdad. Fácil me transformaba en una tirana o en una ausente. Pero digamos que terminé mi ilusión creyendo que iba a dar lo mejor de mí, y que no sería una mala mamá.

No sé en verdad qué hubiera sido de mí en ese papel. No lo sé. Solo sé que si nacía hombre se iba a llamar Alejandro. Y si nacía mujer se iba a llamar Alejandra. Hice planes en el cielo. Castillos de arena, les llaman algunos.
Mi entonces pareja dijo que ya tenía un hijo y que no quería más niños. Que era demasiada responsabilidad, que yo seguiría trabajando y ella cargaría con todo el trabajo. Dijo que si no durábamos para siempre, el niño o la niña quedaría sin sus dos mamás. Me dijo que tenía miedo. Y finalmente un día dijo que no iba a volver a pensar en el tema. La razón de la ruptura (creo) no fue el futuro bebé, el bebé que no llegó por ningún medio. Fueron otras las razones, menos importantes quizás. Aunque nunca se sabe lo que realmente jode todo.

Hoy volviendo sobre Alejandro (a) pienso que su negativa me golpeó, me partió en dos. En vano hago cálculos pensando qué habría pasado si Alejandro (a) hubiera llegado a casa.
Recuperada del asunto hice un plan distinto donde los niños no tenían lugar. Mi vida cambió, aquella relación se fue al tacho, y yo seguí mi rumbo. El dolor quedó allí, como una cicatriz que con el sol se despierta, y que el frío al resecarla también la despierta.

No me provoca ser mamá. Esa es la verdad. No me provoca volver a ilusionarme con un tema que quizás me vuelva a costar una ruptura. No me provoca preguntar qué tratamientos disponibles hay para dos mamás lesbianas. No me provoca nada porque creo que todo ya tuvo su momento, así que ahora ya con la interrogante resuelta me afano en olvidar esa pregunta tan incómoda, y en dejar como única huella este post.





PD:
El hijo de mi ex fue mi bebé, pero un día desapareció de mi vista. Creo que los dos nos desaparecimos para no sentir que nos necesitábamos, y así está bien.

No soporto detenerme en la sección de ropa para niños. Pero me fascina ver los juguetes para niños, sobre todo para varoncitos.