25 de enero de 2008

Amigos que perdí

Siempre le digo a mi pareja que la verdadera amistad se basa en los años de compartir, buenas y malas. Un amigo no es cualquiera, no es alguien a quien conoces hace un año, o con el que ocasionalmente trabajas o estudias. La amistad exige pruebas, de tolerancia, de amor, de dedicación, de espera y de solidaridad. En los últimos cuatro meses he perdido a dos amigas, a quienes contra todo pronóstico creía mis amigas entrañables, esas que siempre están para apoyarte, criticarte, darte un abrazo y, sobre todo, jamás traicionarte.
A un amigo uno le aguanta mucho, le aguanta -por ejemplo- que te mire mal. Lo conoces tan bien que sabes que es una pataleta. A un amigo le aguantas sus desapariciones y su mal humor. Le aguantas que no te sirva primero la chela o que no te haga probar su helado. Pero lo que no vale en este juego es la traición, la deslealtad.
No sé si he sido buena o mala amiga. De hecho, he perdido amigos por propia voluntad, porque de pronto se acabó la química, pero jamás -que recuerde- los he traicionado. Pues a mi me traicionaron dos y siento pena y ganas de llorar, pero al mismo tiempo me siento aliviada por haber descubierto que no valían ni una 'china'.
En este tiempo que los perdí recuperé también una vieja amistad, que me reconforta y ahora sé que no hay amor ni pareja que deba obligarte a renunciar a una amistad.
Esta amiga que ahora tengo muy cerca me dijo hace muy poco que los amores pasaban, pero los amigos -sobre todo yo- eran para siempre. Yo no quiero que los amores pasen por mi vida, quiero ser feliz con el amor que ahora tengo, y quiero también que mi amiga me dure para siempre. No es una utopía. Así será.
Perder a dos amigas en tan poco tiempo me ha costado rabia e insomnio. Pese a ello, creo haber encontrado el rumbo. Abrir los ojos y darte cuenta de que esas personas solo te buscan por un par de cervezas o por un capricho de trabajo te hacen dar cuenta de que es mejor haberlas desenmascarado. Duele, pero vale la pena abrir los ojos.
Hay personas que te dicen que son tus amigas, pero sus pruebas de fidelidad y amor no llegan nunca, siempre se quedan en el casi. Te llaman cuando están mal y cuando están bien simplemente noi existes. Esa es una falsa amistad, con la cual puedes vivir, pero no para siempre.
He sido demasiado confiada y cojuda en la vida. No quiero dejar de confiar y pensar que todos pretenden ponerme una piedra en el camino, no quiero ser una persona en constante alerta. Quiero ser la misma, mejor en muchas cosas, y bien lejos de aquellas que se burlaron de lo poco que le entregué.

Gracias M. y Z. por haberme hecho entender que amistades como las suyas no valen ni una 'china'.

1 comentario:

melina sevilla dijo...

Los amigos son la familia que uno puede elegir.Tienes razón,de los errores se aprende y debemos estar siempre alertas para no volver a cometerlos.
Un abrazo profe y sigue adelante porque realmente eres muy buena en lo que haces.