20 de marzo de 2008

Lima Psycho

Mi pareja y mi ex pareja están sentadas en la salita de espera de la Clínica Internacional, aguardando su turno con la doctora Gaby, mi psicóloga. Esta historia sería buena si las dos estuvieran allí para librarse de mí, pero lamentablemente todo es de lo más terrenal. La primera va porque no se aguanta y la segunda va porque quiere aguantar. Puede ser que yo tenga que ver con la primera, pero no con la segunda. Para su suerte, ya salí de su vida.
Lo curioso es que coincidan en el lugar y casi en la hora. Yo las recomendé, por supuesto.
La Doc es buena onda. Me salvó de las pastillas y me ayudó a superar la depresión, tanto así que podría decir que hoy estoy triste, pero no tengo ganas de matarme ni nada parecido. Quiero dormir sí, lo cual es un preocupante indicador.
Pero estoy viva y haciendo más cosas de las que pensaba.
Lima te enloquece, como a Calamaro le enloquece Buenos Aires, o como a Chavela Vargas la enloqueció el DF. Así que no es culpa de Lima en verdad. La culpa es de los locos como yo. Este post se llama Lima Psycho porque todos necesitamos psiquiatra o psicólogo para no matarnos o para entendernos un poco más.
Si no lo necesitamos es, de pronto, porque somos subnormales, como dice mi amiga Rosy cada vez que se refiere a un peruano tonto, del tipo cajera de Metro. O quizás estamos ya en el fondo, rematados. Como suele pasar, como parece que son los ahora famosos EMOS, esa rara especie dizque descubierta por Enemigos Íntimos.
Pero volviendo a este post diré que yo aprendí la lección, pero soy salvaje y GROTESCA a la hora de decir lo que quiero. Eso dice mi pareja. Quizás sea mejor no decir nada y dejarse llevar como una hoja hacia un rinconcito de la basura. Quedarse allí hasta que cualquiera te mee encima y acabar en la pista aplastada por una combi. En ese estado de trituración morir feliz. Eso quizás deba ser yo. Una hoja en la basura, orientada hacia la muerte lenta.
Estoy aburrida. Es fin de semana largo. Tengo un millón de cosas por hacer, pero solo estoy delante de mi PC inventando tonterías, escribiendo para no dormirme y aguardando la hora de la visita.
Cómo será estar en el Larco Herrera. Eso se pregunta una amiga. El Larco Herrera debe ser muy Psycho. Lo he visitado tres veces por cuestiones de trabajo. Salí ilesa. No tuve ganas de internarme. Nadie me contagió su locura.
Dos personas cercanas también están dispuestas a buscar ayuda psicológica. Les pesa el alma, que es peor que cualquier peso. Confían en mi consejo.
Solo que hoy casi no tengo ganas de recomendar nada.
Parece que solo me he quedado con las palabras de siempre.
No quiero pensar que mi Doc falló. La que falla a cada minuto soy yo.

3 comentarios:

Pati Difusa dijo...

yo necesito sicologo a gritos hace rato, pero eso va en contra de mi personalidad reservada, me cuesta contarle mis peores secretos a un extraño al que apenas conozco y que tal vez no comparta mi sensibilidad (y ano digamos que sea homofobico y pretenda "cambiarme"). pero por otro lado jode debatirse entre seguir viva porque eres valiosísima (y lo sabes) o morirse porque nadie o pocos, y no siempre la persona correcta, aprecian tus virtudes.

Daniel dijo...

te entiendo, me pasa lo mismo casi siempre. Vale la pena todo, tenlo por seguro.

Beto Kam dijo...

esta frasecita
"cada vez que se refiere a un peruano tonto, del tipo cajera de Metro"
es por demas, en general escribes muy bien felicitaciones por ser lo que eres