4 de abril de 2009

Luna de Hiel en Huanchaco


Aquiles, comentarista de este blog, me invitó a escribir en la revista Diatreinta, un increíble esfuerzo editorial de distribución gratuita que acabo de disfrutar en el PDF que gentilmente mandó a mi correo. Es un honor compartir el espacio con reconocidas plumas como Juan Villoro, Alonso Cueto y Antolín Prieto, joven cronista, a quien tuve el placer de tener entre los alumnos de un taller de crónicas que dicté. Pero no son los únicos hay más. La revista es auspiciada por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada del Norte.

Aquí el texto que escribí:

Luna de hiel en Huanchaco

Ella y yo bajamos del bus, un destartalado y gris vehículo que durante el trayecto parecía a punto de detenerse por siempre. Ella ausente, hablando de fútbol, yo pensando en la noche ardiente que debía esperarme. Había planificado las vacaciones con una esperanza: lograr que me amara, que me quisiera más, que se pegara a mí y descubriera que su vida estaba a mi lado. Cinco noches en Huanchaco y dos en Trujillo. Yo llevaba una cámara de fotos, y la pasión hinchada en una mochila. Nos dirigíamos al hotel, habitación frente al mar, cama matrimonial, y demasiadas ganas de mi parte.

Cinco, seis o siete años juntas. Ya no recuerdo cuántos años eran, pero estábamos allí, intentando otra vez. Al menos, eso hacía yo: intentar. Quería que esta vez funcionara, que el mar se pusiera de mi lado, que la arena nos protegiera del mundo, ese mundo que nos había separado desde aquella noche en El Perseo, la discoteca gay-lésbica top de los noventa. La conocí en la pista de baile, un jueves de esos en los que no se paga entrada, una noche de octubre quizás, al lado de un tal Carlos, un gay que sin alcohol podía parecer de lo más macho.

La primera imagen de Huanchaco no es una imagen sino un olor: Huanchaco tiene el aroma de Chorrillos, mi barrio, mi playa, mi refugio. Mi urgencia era hacer el amor, el cuerpo me quemaba, siempre me quemaba al lado de ella. Su urgencia era salir y tomarse unas cervezas, tomarse todas, y buscar un lugar para bailar. Yo estaba harta de las cervezas, de la gente, de la juerga, yo solo quería que lo hiciéramos, que comenzáramos las vacaciones con un buen polvo. Ella, en cambio, quería juerga, como si las interminables noches de desbande en Lima no hubieran sido suficientes.

-Vamos al pub de allá-dijo, señalando un sitio estridente que no permitía ver a la gente, pero sí las luces mezcladas como un arcoíris nocturno.

Y como siempre, ella –la reina de la puta noche- se hizo amiga de todos, brindaba con extraños, abrazaba a la dueña del pub, prometía regresar a la noche siguiente, y se tomaba fotos con desconocidos, mientras yo ahogaba mi garganta de cerveza, mirando a lo lejos una agua negra, el mar de Huanchaco a las 11 de la noche. Su cabellera negra, larga y lacia, era mi perdición, como su silueta imperfecta, su boca de carne ardiendo, y su cicatriz en el pie, hoy no sé si la marca estaba en el derecho o el izquierdo. Sus pechos contenidos me encendían, mi boca recorría sus estrías con placer. Podía reconocerla con los ojos cerrados.
Mis ojos debían mirar otro cuerpo para complacerse. Ningún cuerpo me saciaba, ninguna chica me inspiraba.

Ella bailaba sola. Y otros bailaban al lado de ella. Ella juraba que no los olvidaría, y yo pensaba que la noche se me iba con el deseo intacto.

-Ya es hora de dormir-dije. Y ella no me miró. Las horas transcurrieron pesadas y sin voces nítidas. Amaneció. Cuando el panadero asomó por la calle yo supe que eran las 7 de la mañana, la música languidecía y ella seguía firme, con un vaso de cerveza en la mano.

Luego fuimos al hotel. Devastada busqué su boca, y la encontré cerrada, dormida, seca. Despertó cuando era la hora de la cena. Yo había leído Angelitos Empantanados de Andrés Caicedo, y ya me disponía a leer un libro de Puig cuando rompió su estado de inconsciencia para decir que tenía hambre.

La noche siguiente sería idéntica. El mismo pub con falsas palmeras, ella bailando y yo mirando la mancha oscura que parecía temerosa de tragarme.

-No quiero quedarme aquí hasta al amanecer-dije.

-Estamos de vacaciones-susurró ella, al tiempo de gritar salud como la más puta de la noche.

-Putas vacaciones-maldije.

El panadero me saludó con lástima. Era un tipo regordete, con una cicatriz atravesada en el mentón, la nariz como un pan aplastado. Casi calvo y tan triste como yo.


***

El tercer día de vacaciones fue más dramático.

-Nada de alcohol-ordené.

La playa nos recibió muy temprano, tendimos las toallas rojas y casi ni nos miramos.

Decidí hacer preguntas, sabiendo que la herida sería mortal, acaso definitiva, o el comienzo del desamor, largo proceso que seis años después me obliga a recordar lo que casi he olvidado. Sí, esta historia la escribo seis años después, libre de heridas y de ese amor enfermo. Pero ese es el final, y no quiero adelantarme.

Huanchaco, toallas, arena fina, un cangrejo seco en la orilla. Ella miraba al cielo, yo contemplaba el mar pensando si morir ahogada no sería una buena y romántica idea.

-¿No me amas? Maldita sea, no me amas.

-¿Qué te pasa?-preguntó.

-Me pasa que ya me harté. Las vacaciones son una mierda, tú eres una mierda. ¿Crees que he venido a Huanchaco a emborracharme y a hacer amigos?

-Son vacaciones-, respondió, alcanzándome el bronceador para que se lo unte en la espalda. De un manazo tiré el bronceador a la arena. Hundido el Hawaian Tropic, hundida yo.

-Yo quería que esto fuera una luna de miel, no una mierda.

-Lo que pasa, gordis, es que piensas demasiado. Yo te quiero.

-Pero no me amas-dije.

-No empieces con tu canción de José José, esa del amar y el querer.

-Quiero la verdad, nada más que la verdad.

-Te falta sexo-concluyó, lanzándose encima de mí. Su mano dentro, sus besos en mi cuello, dañándome. Me dejé llevar, permitiendo otra vez que fingiera el deseo. Era una actriz. Una porno star sin muchas ganas de trabajar en mi orgasmo. El suyo, por supuesto, no contaba. Ella no tenía orgasmos, y así iba feliz.

Esa noche fuimos al pub de la palmera falsa. Yo estaba radiante. Definitivamente, me faltaba sexo. Esa noche bailé salsa, y rock duro. Esa noche fui yo también el alma de la fiesta, hice amigos por horas, y hasta conté chistes. Y otra vez el panadero me dio los buenos días. Caminamos abrazadas hasta el hotel, allí volvimos a hacerlo. Yo estaba ebria, pero lúcida. Ella estaba fingiendo otra vez.

-Parece que solo me importa el sexo-murmuré, asfixiada por sus besos.

-Lo sabemos las dos-dijo, y siguió su danza de actriz sobre mi cuerpo.

La cuarta noche nos sorprendió en medio de un desfile de carnaval. Bebíamos en la calle, como las decenas de trujillanos y de turistas que allí celebraba. Era febrero.

Cuando tomábamos fotos a un caballito de totora con dos patas, Laura y Ely nos saludaron. Las chicas nos invitaron a su hotel para beber y bailar. Aceptamos. Laura y Ely parecían muy enamoradas, y las envidié. Yo también tenía buena apariencia, sí, mi dosis de sexo había hecho efecto, como la cocaína en el drogadicto, como la gota de vino en el alcohólico.

Otra vez, ella y sus apariencias haciendo parecer que éramos felices. Yo estaba feliz esa noche, falsamente feliz, pero vacía, liviana, capaz de desplomarme con un par de palabras.

Al salir de la habitación de Laura y Ely, la abracé y la besé con fuerza. Ella quería escapar de mis labios, mientras yo la mordía, diciéndole maldita mentirosa, puta, maldita. El sexo llegó como siempre, apurado, cumplidor, de película porno. Como perras en celo lo hicimos en la calle, en esa calle oscura que nos llevaba al hotel o al pub, o a la mierda. Luego ella vomitó su lástima:

-Ya, tranquila.

Y yo la odié, la desprecié, la miré con odio. Yo tenía amor para dar, ella no tenía nada. Yo era una adicta al sexo, a su sexo, y además la amaba. Ella no era ni adicta al amor ni adicta al sexo. Ella solo quería vivir bien la vida.

La última noche no hablamos. Simplemente, me refugié en mi libro, Boquitas Pintadas de Puig. Ella se la pasó conversando con extraños en el malecón. En la habitación, ella me preguntó si quería hacerlo. Yo respondí que no, no quería nada. Me dormí, y al despertar corrí a la playa, nadé hasta el fondo. Qué me impedía no regresar… Morirme en Huanchaco sería una deslealtad con mi mar, La Herradura, en Chorrillos. Sería una traición personal, ¿y quién cuidaría a mis gatas?

Regresé a la orilla. La miré y sentí náuseas, un dolor en la boca del estómago, calambres en las piernas. No hubo dos noches más en Trujillo. Regresamos a Lima, ella a su casa y yo a la mía, con mis cuatro gatas.

Era el comienzo del fin del deseo. Algo se había roto. Hoy –seis años después- puedo decir que en Huanchaco se rompió el amor. Pero el amor no es una taza de porcelana, no se rompe y ya. El amor se rompe lento, paso a paso, y en el camino te engaña a veces, te hace creer que sigue firme y así hasta que un día te das cuenta de que no queda nada.

El primer paso de esta historia ha sido escribirla. El segundo será regresar a Huanchaco con mi nuevo amor.

35 comentarios:

Anónimo dijo...

Fuerte Esther
Muy fuerte, intenso y bello
Carolina

Nessia dijo...

Cierto, intenso es el mejor calificativo para lo que escribiste. Vienen a mi recuerdos que pensé olvidados.

rita shinigami dijo...

omg!
me ha gustado ke bonito escribes, me kede pensando miles de cosas.

A. dijo...

YEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!
ESTHER VIENE A ONE-CHACO!!
ESTHER VIENE A HUANCHACO!!

Esperaré fielmente que anuncies tu llegada para poder siquiera decirte hola como estas cuando te pases por aqui =D

Ay que lindo ya alegraste mi dia jejejejeje

Sí lo sé soy insoportable...
de todos modos, seria G E N I A L poder conocerte =D

besoteeeeees!
Y suerte con todo!

Anónimo dijo...

Estremecedor relato.
Qué bueno que ya sea pasado.
Paola

lau dijo...

lindo relato, che, lindo..
sólo que yo no regresaría a esos lados..

gracias por detenerte a leer los productos de mi insomnio xD

abrazo!

Fiamma dijo...

Precioso texto. Yo también tengo un recuerdo de un invierno en Huanchaco...
Un placer leerte

Chilangelina dijo...

Lindísimo.
Coincido con lau: yo me iría a otro lado, a estrenar amor en una playa nuevecita.

Kate dijo...

Me encantó, pero... ¿por qué regresar a Huanchaco? mejor a otro lugarcito, ¿no?
Èxitos en todo! al parecer el reconocimiento asciende cada vez más. El libro, viajes, amor y compartir textos publicados con escritores reconocidos... eso es cierta fama. ya ¿que más se puede pedir?

yago_martinez dijo...

Verdaderamente interesante. Las historias de aplastante nostalgia me parecen fascinantes. El ser humano necesita disfrutar del dolor: al vivirlo, recordarlo y presenciarlo. Las turbulentas experiencias de desamor resultarán atractivas para los lectores morbosos y sin lugar a dudas quedaremos cautivados en cada tropezón de los protagoniustas. Te invito a que visites mi blog y espero encontrar algún día alguna opinión tuya respecto mis textos.
Un abrazo.

jc dijo...

uno podra encontrar comparaciones con vivencias pesadas, y atormentantes ... xq a veces uno mismo se ve envuelto en tanto -_-

regresa al mismo lugar, pero no al pub de la palmera falsa

las playas siempre cambian asi q, no creo q podria pasar algo malo

psdt. ya stabas en proceso de desamor, o querias ver ya lo ultimo ?

pao dijo...

woooww que intenso!! increible post besote

BocaDelcielo dijo...

Se acaba... todo se acaba ó se agota, incluído el amor.

Anónimo dijo...

Hermoso texto Esther
Me conmovió
Rita

Claudette dijo...

Ciertamente, amor no se acaba de un solo tiron, son cosas k se van acumulando y poco a poco se van guardando hasta k en un momento dado ya el corazon no aguanta mas.

insidethecloset dijo...

ano los escritos que comienzas a leer y no puedes pasar..
este fue uno de ellos..

saludos esther

Cantu dijo...

Esther eres un mar de convulciones literarias, nunca habia quedado con tantas ganas de seguir leyendo algo.

Esther dijo...

Me alegra mucho que todo sea pasado como dice José José... si que cuesta soltar de a poco el amor... Saludos mi querida Esther.

YINA Y LA SOLE dijo...

Ay a punto de llorar! buaa
Todos tenemos un mal amor que recordar...que nos ata a esos malos amores tanto tiempo?

Un abrazo
Escribes lindo,creo que ire a uno de tus talleres en junio? habrá uno en junio?

Anónimo dijo...

Guauuuuuuu
Me hizo sufrir
Thelma

CARMEN dijo...

HOLA ESTHER, OJALA QUE PRONTO REGRESES A HUANCHACO , Y QUE GUARDES MEJORES RECUERDOS ...JAJAA
BESOS

yiya dijo...

Te he dicho alguna vez que cuando te leo, expresas en palabras lo que yo diria y no me sale...
Ojala pueda yo algun dia escribir desde el recuerdo, desde la herisa curada , desde u n uevo amor...
Besos linda

Cris dijo...

hola esther, me has dejao pensando en muchas cosas, pero como siempre tus relatos escritos de una manera que es imposible dejar de leer :D saludos!!

Anónimo dijo...

Un texto delicioso, tan visceral, solo queda saber como y en que tiempo se cura una.

Victory dijo...

Buenos dias Esther estoy aqui sin ganas de dormir leyendo tu historia y sus respectivos comentarios - me parece una experiencia en verdad fuerte tan llena de sentimientos y deseos - forma parte de tu vida que quedo atras - ahora tienes a una bella persona a tu lado que merece ser nombrada.

Victory dijo...

Sabes Esther quisiera mandarle un abrazo y un beso a pao lei su blog y me parece una mujer dulce y tierna.

Isabella dijo...

Wow!!! que apasionado, me dejaste con la boca abierta y con una emocion en el corazon de querer conocer mas sobre lo que escribes... soy una de tus seguidoras desde ahora, en definitiva quiero algun dia llegar a escribir como tu.

Anastàsia dijo...

GENIAL. EL RELATO! MUY ...ESTHER!
Cuando el amor es verdadero no hacen falta Huanchucos , ni amigos, ni discotecas ...ni nada de nada .
Me harté ya de la gente que vive de apariencias.

Mariel dijo...

Sin palabras, Genial!

Besotes.-

Anónimo dijo...

Hola Esther:

Tu "cuento" está bastante bueno: soy hombre, heterosexual y también viví una historia HARTO PARECIDA con la que escribiste: fui adicto a una adicta -drogas, alcohol-, adicto a su sexo, PÉSIMA ELECCIÓN, bonito para material de letras de tango o bolero rocolero NO PARA VIVIRLO -quise acabar con mi vida, me di al abandono- ¿como me curé? con otra mujer ;-)

Anónimo dijo...

Esther sí tiene una razón para volver a huanchaco y esa razón es ¡Nidia!, acaso no leyeron que la chica quiere conocerla? jeje, dejando de lado las bromas, lo peor de estar en una relacion tan larga es haber perdido el tiempo, claro que los mas optimistas decimos "lo importante es que te queda la experiencia", pero a quien diablos le importa la experiencia en estos casos?, sòlo te digo esthercita que a tu edad ya debes tener un mejor metodo para elegir pareja, si no quiere nada contigo choteala en primera y ¡para de sufrir!, y no es que quiera meterme en tu vida, pero pidele a tu actual pareja que viva contigo de una buena vez y se deje de tonterias, porque estoy segura que hay muchas chicas haciendo fila por ti, entre ellas esta mi ex jeje, si quieres te la presento, mira que te adora, y con ella amor y sexo no te faltaran, bueno cuidate bye

luis dijo...

yo enseño en la UPN cajamarca. ¿en que dia treinta sale tu artículo? a ver si estamos en contacto y un dia que regrese a lima nos juntamos para la conversa,

Cyn dijo...

hola, está muy interesante todo lo que escribís, te cuento que yo recientemente he comenzado a publicar algunas historias hot que vienen a mi mente, ojalá te interesen, besos, sole

http://relatossobresexo.blogspot.com/

Urpikusi dijo...

Qué demonios tiene Huanchaco que encierra este tipo de historias? Leía tu post y me hacía acordar la dizque "luna de miel" que tuve 2 veces con mi fatídico ex. Y si, el proceso del desamor es muy fuerte, yo aún lo estoy viviendo y sé que como tú y como todos, sobreviviré.

Te vi en el evento del Día de Internet pero al reconocerte me chupé. Prometo no volver a hacerlo la próxima vez.

Me encanta como escribes, seguiré leyéndote.

Un abrazo.

Lizbeth Gutiérrez dijo...

Cuando él regrese a Lima nos iremos lejos... muy lejos a disfrutar nuestro sexo y quizá ¿por qué no? sentir que aún seguimos enamorados.
Buen relato, me mantuviste lela unos minutos esperando el momento del frenesí... tal vez sea curiosa, pero esperé más detalles.